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Los cinco principios del Reiki son una filosofía de vida, forman parte del legado del maestro japonés Mikao Usui. Pensar y usar palabras positivas tienen un gran poder, crean una influencia favorable para tener buenas experiencias y disfrutar más los momentos vividos; aún en situaciones poco favorables.  En la escuela Usui, los estudiantes recitaban estos principios al menos dos veces al día, como una práctica para desarrollar la personalidad y avanzar hacia la realización espiritual. 

Cuando el ser humano se permite trabajar diariamente con estos cinco principios de vida, su vida se transforma,  se convierte en  un oasis de paz, de armonía, de tranquilidad y alegrías constantes.

Como maestros de Reiki continuamos enseñando estos principios, aplicables no solo para las personas que trabajamos con esta disciplinal; también para todos en general.  Cuando hacemos que estos principios formen parte de nuestro diario vivir, accederemos más fácilmente a la energía universal.  Veamos una descripción de cada uno de ellos:

Sólo por hoy, no me enojaré (Kyo dake-wa i karuna).

La rabia o enojo son emociones que le quitan años a nuestra existencia, nos consumen bastante energía, desarmonizan nuestro sistema energético y nos invaden de energías negativas.  Normalmente suceden debido a que no tenemos un buen control ni dominio sobre nuestras emociones.  Cuando existen situaciones que escapan a nuestro control y generamos sentimientos de rabia y odio se presenta una interrupción entre nuestro Yo superior y la conciencia universal.  Hay cosas que podemos controlar, mientras otras que no, por ello debemos aprender a controlar nuestros impulsos y desviar al impulso que llega de terceros.  Estas situaciones que alteran nuestro actuar, normalmente hacen que las personas u oportunidades se nos alejen cada vez más, en ocasiones perdemos amistades o relaciones valiosas. Por ello debemos encontrar los detonadores o disparadores que nos ocasionan el enojo o la irritabilidad así trabajar en ellos para poder controlar las situaciones.

Sólo por hoy, no me preocuparé (Shinpai suna).

Estas tres palabras que el maestro Mikao Usui antepone a cada principio, «Sólo por hoy (Kyo dake-wa)», simbolizan la idea del «Aquí y ahora», mostrándonos que no debemos tener remordimientos por el pasado.

Tomamos decisiones y actuamos bajo los criterios, condicionamientos y conocimientos del momento; lo que sí debemos siempre recordar es agradecer la lección aprendida.  Tomamos lo mejor de ella y buscamos la manera de no repetir los errores del pasado. Al igual que tampoco debemos preocuparnos por el futuro, pues nosotros mismos lo creamos.

Cada  situación vivida encierra una lección que necesitamos aprender para nuestro proceso evolutivo sea agradable o no, nos permiten crecer y potenciar nuestros talentos y experiencias. Vivir en el miedo o la preocupación suele ir unida a emociones que influyen negativamente en nuestro sistema energético produciendo bloqueos en nuestros campos energéticos, provocando enfermedades o desorden en nuestros cuerpos físico, mental, emocional y espiritual.  Debemos educar nuestra mente para administrar con tranquilidad cualquier situación de la vida y esforzarnos por cultivar la alegría, el optimismo y la confianza. 

Sólo por hoy, honraré a mis semejantes (Hito ni shinsetsu ni).

En la tradición japonesa es costumbre honrar a los maestros, a los padres, a los mayores y a los antepasados; en Reiki heredamos y mantenemos esta costumbre como recordatorio de su legado, de su orientación moral y ética.  Cada ser que nos deja alguna enseñanza debe ser considerado como un maestro, éste fue puesto en nuestro camino para dejarnos una enseñanza, un conocimiento, un aprendizaje. Muchos de ellos nos llevan hasta al límite de nuestras capacidades físicas y mentales con el objetivo de potenciar nuestros talentos o las habilidades que no conocíamos.  Por ello debemos ser amables, agradecidos y honrar a todas esas personas que fueron nuestros maestros o entrenadores.

Sólo por hoy, trabajaré intensamente y daré lo mejor de mí (Gyo wo hageme).

Cada ser de la creación trae unas fortalezas, competencias y dones que lo hacen único e irrepetible, lo mismo sucede con las profesiones u oficios, todas y cada una de ellas son indispensables para que este engranaje llamado, universo fluya en forma armoniosa. Por ello debemos poner todo nuestro empeño, alegría y amor a lo que hacemos. Debemos amar lo que hacemos, si lo que hacemos no nos mueve,  no nos agrada, no nos gusta; debemos cambiar de actividad u oficio. Si no podemos o no queremos cambiar de actividad, al menos cambiemos nuestra actitud respecto a lo que hacemos. Modificando nuestras creencias hacia nuestro trabajo, podemos pasar de una situación decepcionante para nosotros, a un nuevo estado de satisfacción, alegría y amor hacia lo que hacemos.   Según la ley del karma, recogemos lo que sembramos. Si la energía que sembramos en el trabajo es honesta y productiva, lo que recogeremos será abundancia,  prosperidad y éxito.

Sólo por hoy, respetaré la vida en todas sus formas y seré agradecido (Kansha shite).

Todos los elementos que conforman este bello universo llámense personas, animales, vegetales o minerales; son merecedores de nuestro respeto, amabilidad, compasión y amor. Cuando proyectamos estos sentimientos vibracionales de amor y de energía positiva a nuestro entorno comenzamos también a recibirlos.  El primer paso para lograr este principio es querernos y respetarnos a nosotros mismos, es realizar un acto de amor hacia nosotros  y hacia los demás. 

El Universo nos provee todo lo que necesitamos para nuestro crecimiento; adoptar una actitud de agradecimiento al creador por todo lo que nos brindan, nos permite seguir recibiendo. 

El sentimiento de agradecimiento es la energía emitida por una conciencia alta, que todos los seres humanos podemos tener. Por eso, cuando nos centramos en un deseo egoísta olvidando el sentimiento de satisfacción y de agradecimiento; los humanos perdemos  nuestra esencia.  Cuando nos concentramos desde nuestro corazón en lo que deseamos ver realizado, le estamos aportando energía manifestadora a nuestra visión. Igualmente este proceso de manifestación se puede reforzar dando las gracias como si ya lo hubiésemos recibido.