Oraciones Católicas Poderosas

La oración es una acción mediante la cual la humanidad puede conéctanos con Dios desde cualquier lugar y en cualquier momento de nuestra existencia.  A través de la oración podemos expresar nuestro agradecimiento y hacer nuestras suplicas o peticiones.  La oración es necesaria para recibir la bendición y poder de Dios.
Construye nuestra relación con Jesús, nos ayuda a superar la tentación,  nos ayuda a determinar la voluntad de Dios.  También logra la obra de Dios, nos retorna la paz, la tranquilidad y la esperanza.  Mediante la oración logramos encontrar ese consuelo en momentos de tristeza.
El propósito principal de la oración es poder  conectar con Dios y pedirle que nos prepare con las habilidades que él considere necesarias para lograr nuestro propósito en la tierra y luego estar en su presencia.
Mundo Reiki desea dejar un sitio donde puedas encontrar varias oraciones,  tengas la opción de escoger la que más se asemeje a tu necesidad, y te permita lograr una conexión más rápido al dador de vida.  Se creó este espacio en señal de agradecimiento, por todos los favores,  regalos y milagros que Dios ha hecho en mi vida y en la de los que amo.  Lo hago desde el respeto de las creencias, culturas y diversidad de credos.  Estoy seguro que somos únicos e irrepetibles y que traemos un propósito divino. 

Ave María

Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.  Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.   Amén.

Padrenuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino,  hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.  Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación; más líbranos del mal.  Amén.

Gloria al Padre

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.  Amén.

La Señal de la Cruz

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.

Acto de Contrición 

Jesús Mi Señor y Redentor, Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.  Amén.

Yo Pecador

Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.  Amén

Señor Mío Jesucristo

Señor mío Jesucristo. Dios y Hombre verdadero. Creador, Padre y Redentor mío. Por ser Tú quién eres y porque te amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberte ofendido. Propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderte, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Te ofrezco Señor mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados. Así como te suplico, así confío en tu Divina Bondad y Misericordia Infinita, me perdones por los méritos de tu Preciosa Sangre, Pasión y Muerte y me des vida y gracia para enmendarme y para perseverarme en tu santo servicio hasta el fin de mi vida. 

Oración diaria al Señor de la Misericordia

Buenos días, mi amado Padre. Te doy gracias por el don precioso que me has concedido esta mañana: el de mi vida. El de poder vivir un día más con plenitud y con júbilo. Por favor concédeme hoy la gracia de ser bondadoso y paciente, para poder de ese modo dis­tinguir Tu Sagrada Presencia en todas las personas con quienes me encuentre. Cierra mis oídos, Dios Padre, a todo chisme. Sella mis labios para no juzgar ni criticar, para que así mis palabras bendigan a todos aquellos que se en­cuentren a mí alrededor impartiendo tu calor a los corazones más fríos. Que mis acciones sean justas, mis senti­mientos tan tiernos, mi conducta tan humilde, siendo completamente fiel a Tu santa voluntad para que yo sea a tra­vés de este día un reflejo de tu miseri­cordia y amor celestial.

Oración del yo pecador

Yo confieso ante Dios Todopoderoso, y ante ustedes hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mí ante Dios, Nuestro Señor. Amén.

La Salve

Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

Ángel de la Guarda

Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares, ni de noche ni de día, hasta que me pongas, en paz y armonía, con todos los santos, Jesús y María. Amén.

Ángel de la Guarda

Ángel de Dios, bajo cuya custodia me puso el Señor con amorosa piedad, ilumina mi entendimiento, gobierna mis afectos y dirige mis sentimientos para que jamás ofenda a mi Dios y Señor.  Amén.

Bendición de la Mesa

Bendícenos Señor, bendice nuestro pan. Bendice a los que han hecho posible, lo que vamos a tomar. Haz que sepamos compartir con los que pasan necesidad.  Amén.

Bendición de la Mesa  (Antes de las Comidas)

Bendito seas, Señor, Dios del universo por estos alimentos, frutos de la tierra y del trabajo del hombre, que hemos recibido de Tu bondad y ahora vamos a compartir.  Bendice a cuantos nos reunimos en torno a esta mesa y que por tu ofrenda constante de Tú amor y de Tú providencia. Te alabemos, Te bendigamos y Te damos gracias a Ti, Padre del cielo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Bendición de la Mesa (Después de las Comidas)

Te damos gracias Señor, por los alimentos que hemos recibido. Que ellos nos sirvan siempre para el bien. Tú que vives y reinas por los siglos. Amén.

Oremos sobre los Alimentos

Dios Padre, que nos enviaste a tu Hijo muy amado, derrama tu bendición sobre estos alimentos y también sobre los miembros de este hogar, para que así, como ahora acogemos, gozosos, a tu Hijo Reconciliador, lo recibamos también confiados cuando vengas al fin de los tiempos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.  En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para bendecir los alimentos

Bendice Señor estos alimentos que vamos a recibir por tu misericordia, y bendice a quienes los han preparado.  Da pan a los que tienen hambre, y hambre de justicia a los que tienen pan. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al empezar un Trabajo

Señor., que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nues­tro trabajo comience en Ti, como en su fuente, y tienda siempre a ti, como a su fin. Oh Dios, Padre lleno de bondad, tú has querido que los hombres trabajemos de tal forma que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez más logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndo­nos siempre hijos tuyos y hermanos de todos.
Te ofrezco, Señor, este mi trabajo. Ayúdame a hacerlo bien, por amor a ti y a los demás.   Santa María, Ángel de mí Guarda, interceded por mí.

Al Final de la Jornada Laboral

Dios todopoderoso y eterno, que has queri­do asistimos en el trabajo que nosotros, tus pobres siervos, hemos realizado hoy, al llegar al térmi­no de este día, recibe nuestra ofrenda de la tarde, en la que te damos gracias por todos los beneficios que de ti hemos recibido.  Amen.

Oración a nuestro señor Jesucristo y María Santísima

En el Nombre del Señor Jesús, a quien confesamos como único Señor y Dios, el Verbo de Dios hecho carne, Hijo único que ha derramado su Sangre por nosotros, te invocamos Jesús, te pedimos que nos protejas a todos los aquí presentes, que no permitas ninguna perturbación, ninguna atadura, ningún ataque.
María nuestra buena Madre, Reina de los Ángeles, envía tus Ángeles a protegernos.
Señor Jesús protégenos: ármanos con tu armadura, el casco con la Salvación que nos has concedido, la armadura de la justicia, de TU Justicia, el ceñidor que es tu Verdad, la que aceptamos con el corazón, el escudo de la FE que es el don tuyo para nosotros.  Las sandalias de nuestra responsabilidad y la entrega por la proclamación de la Buena Nueva de la paz y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios.
Señor Jesús protégenos, ármanos, confiamos en tu Victoria sobre el príncipe de este mundo, y hacemos nuestra esa victoria tuya, y la reclamamos ahora para todos. Confiamos que el príncipe de este mundo ha sido echado ya fuera, y como hijos en la casa de su Padre, con plena seguridad y confianza, no permitiremos ninguna perturbación, la rechazaremos en el Nombre del Señor Jesús. Amén.
Reina del Cielo y Soberana Señora de los Ángeles, que has recibido el poder y la misión de aplastar la cabeza de Satán, envíanos, te suplicamos, tus Santas Legiones de Ángeles, a fin de que bajo tus órdenes, persigan al enemigo que nos cerca, rechacen sus ataques tenebrosos y lo precipiten en el abismo. Amén. 

Oración de entrega a Dios

Padre, me pongo en tus manos, haz de mí lo que quieras, sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mí, y en todas tus criaturas, no deseo nada más, Padre.
Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz, porque te amo. Y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con la infinita confianza, porque tú eres mi Padre.

Oración al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu y serán creados. Y renovarás la faz de la tierra.

Oración 1

Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas, para que quienes, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.  Amén.

Oración 2

Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Oración de San Bernardo

¡Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que haya acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra presencia Soberana. No desechéis oh purísima Madre de Dios mis humildes súplicas, antes bien, escuchadlas favorablemente.  Así sea.

Oración a San José

Feliz y bienaventurado José, a quien le fue concedido no solo ver y oír al Dios, a quien muchos reyes quisieron ver y no vieron, oír y no oyeron, sino también abrazarlo, besarlo, vestirlo y custodiarlo. Ruega por nosotros, bienaventurado José, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración a San José

Custodio y padre de vírgenes, San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia, Cristo Jesús, y la Virgen de las vírgenes, María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto.

Ofrecimiento del día

¡Oh, Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Y ya que soy todo vuestro, oh Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra hasta el fin de mi vida. Amén.

Oración de los novios

En mi corazón, Señor, se ha encendido el amor por una criatura que Tú conoces y amas. Tú mismo me la has hecho encontrar y me la has presentado. Te doy gracias por este don que me llena de alegría profunda, me hace semejante a ti, que eres amor, y me hace comprometer el valor de la vida que me has dado. Haz que no malgaste esta riqueza que Tú has puesto en mi corazón: enséñame que el amor es don y que no puede mezclarse con ningún egoísmo; que el amor es puro y que no puede caer en ninguna bajeza; que el amor es fecundo y desde hoy debe producir un nuevo modo de vivir en los dos. Te pido, Señor, por quien me espera y piensa en mí; por quien camina a mi lado; haznos dignos el uno del otro; que seamos ayuda y modelo. Ayúdanos en nuestra preparación al matrimonio, a su grandeza, a su responsabilidad, a fin de que desde ahora nuestras almas dominen nuestros pensamientos y los conduzcan en el amor. Amén.

Oración de los novios a la Virgen Madre Nuestra

En tu nombre hemos unido nuestros corazones. Queremos que presidas nuestro amor; que defiendas, conserves, aumentes nuestra ilusión. Quita de nuestro camino cualquier obstáculo que haga nacer la sombra o las dudas entre los dos. Apártanos del egoísmo que paraliza el verdadero amor. Líbranos de la ligereza que pone en peligro la gracia de nuestras almas. Haz que nuestro trabajo sea ayuda y estímulo para lograrlos plenamente. Conserva la salud de nuestros cuerpos. Resuelve nuestras necesidades materiales. Y haz que el sueño de un hogar nuevo y de unos hijos nacidos de nuestro amor sean realidad y camino que nos lleve rectamente a tu corazón. Amén.

Oración de Santo Tomás para el estudio (Oración para comenzar a estudiar)

¡Oh inefable Creador nuestro, Altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría, dígnate infundir el rayo de tu claridad sobre las tinieblas de mi inteligencia, removiendo la doble oscuridad con la que nací: la del pecado y la ignorancia. ¡Tú, que haces elocuentes las lenguas de los pequeños, instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición! Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facilidad para atender, sutileza para interpretar y gracia abundante para hablar. Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar ¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Santa Lucía

Tú preferiste que tus ojos fueran arrancados en lugar de negar la fe y contaminar tu alma; Y Dios, a través de un milagro extraordinario, los reemplazó con otro par de ojos perfectos para recompensar vuestra virtud y fe, designándote como la protectora contra las enfermedades de la vista. (Nombrar aquí su intención).
Oh, apreciada Santa Lucía, vengo a ti para que protejas mi vista y sanes la enfermedad en mis ojos.
Ayúdame a conservar la luz de mis ojos para que puedan ver las bellezas de la creación, el resplandor del sol, el color de las flores y la sonrisa de los niños.  Preserva también los ojos de mi alma, la fe, a través de la cual puedo conocer a mi Dios, entender Sus enseñanzas, reconocer Su amor por mí y a nunca perder el camino que me lleva a donde tú, Santa Lucía, te encuentras en compañía de Los ángeles y los santos.  Oh Santa Lucía, protege mis ojos y conserva mi fe.  Amén.

Oración de Santa Lucía para obtener un gran favor

¡Oh bienaventurada y amable Santa Lucía!, universalmente reconocida por el pueblo cristiano como especial y poderosa abogada de la vista; llenos de confianza a ti acudimos pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana y que el uso que hagamos de nuestros ojos sea siempre para bien de nuestra alma, sin que turben jamás nuestra mente objetos o espectáculos peligrosos, y que todo lo sagrado o religioso que ellos vean se convierta en saludable y valioso motivo de amar cada día más a nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien, por tu intercesión, oh protectora nuestra, esperamos ver y amar eternamente en la patria Celestial. Amén.

Oración ante el Crucifijo

Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús!, postrado ante vuestra Santísima presencia; os ruego con el mayor fervor y compasión de que soy capaz imprimáis en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad. Verdadero dolor de mis pecados, propósito firmísimo de jamás ofenderos. Mientras que yo, con todo el amor de que soy capaz voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Vos, oh buen Jesús, el santo profeta David: ¡«Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos».

Oración de Fátima

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

Oración a la Virgen del Carmen

¡Oh Virgen Santísima del Carmen! Llenos de la más tierna confianza como hijos que acuden al corazón de su madre, nosotros venimos a implorar una vez más los tesoros de misericordia que con tanta solicitud nos habéis siempre dispensado. Reconocemos humildemente que uno de los mayores beneficios que Dios ha concedido a nuestra patria, ha sido señalaros a vos por nuestra especial abogada, protectora y reina.(Autor, Mons. Ramón Ángel Jara, s. XIX).
Por eso a vos clamamos en todos nuestros peligros y necesidades seguros de ser benignamente escuchados.
Vos sois la Madre de la divina gracia, conservad puras nuestras almas; sois la torre poderosa de David, defended el honor y la libertad de nuestra nación;
sois el refugio de los pecadores, tronchad las cadenas de los esclavos del error y del vicio; sois el consuelo de los afligidos, socorred a las viudas, a los huérfanos y desvalidos; sois el auxilio de los cristianos, conservad nuestra fe y proteged a nuestra Iglesia, en especial a sus Obispos, sacerdotes y religiosos. 39 Desde el trono de vuestra gloria atended a nuestras súplicas, ¡oh Madre del Carmelo! Abrid vuestro manto y cubrid con él a esta República de Chile, de cuya bandera vos sois la estrella luminosa. Os pedimos el acierto para los magistrados, legisladores y jueces; la paz y piedad para los matrimonios y familias; el santo temor de Dios para los maestros; la inocencia para los niños; y para la juventud, una cristiana educación. Apartad de nuestras ciudades los terremotos, incendios y epidemias; alejad de nuestros mares las tormentas y dad la abundancia a nuestros campos y montañas. Sed el escudo de nuestros guerreros, el faro de nuestros marinos y el amparo de los ausentes y viajeros. Sed el remedio de los enfermos, la fortaleza de las almas atribuladas, la protectora especial de los moribundos y la redentora de las almas del Purgatorio. ¡Oídnos pues, Reina y Madre clementísima! Y haced que viviendo unidos en la vida por la confesión de una misma fe y la práctica de un mismo amor al Corazón Divino de Jesús, podamos ser trasladados de esta patria terrenal a la patria inmortal del cielo, en que os alabaremos y bendeciremos por los siglos de los siglos. Amén.

Santo Rosario a la Virgen María

(Devoción a la vez popular y contemplativa por excelencia, el Rosario se formó de manera gradual en los últimos siglos de la Edad Media, con el nombre inicial de Salterio de María. Su rezo colectivo está ligado al éxito de grandes desafíos históricos de la Iglesia durante el último milenio. Como es sabido, San Juan Pablo II agregó los misterios luminosos el año 2002, con la Carta Apostólica).

Paso a Paso del Rosario a la Virgen

  • Hacer el signo de la cruz y rezar el símbolo de los apóstoles o el acto de contrición
  • Rezar el Padre Nuestro
  • Rezar 3 Avemarías y Gloria al Padre.
  • Anunciar el primer misterio. Rezar el Padrenuestro.
  • Rezar 10 Avemarías y una Gloria al Padre.
  • Anunciar el segundo misterio. Rezar el Padrenuestro.
  • Rezar 10 Avemarías y una Gloria a Padre.
  • Anunciar el tercer misterio. Rezar el Padrenuestro.
  • Rezar 10 Avemarías y una Gloria al Padre.
  • Anunciar el cuarto misterio. Rezar el Padrenuestro.
  • Rezar 10 Avemarías y una Gloria al Padre.
  • Anunciar el quinto misterio. Rezar el Padrenuestro.
  • Rezar 10 Avemarías y una Gloria al Padre.
  • Rezar el Salve.

Los misterios del Rosario

 

Misterios Gozosos  (lunes y sábado)

  • La Encarnación del Hijo de Dios
  • La Visitación de nuestra Señora a su prima Isabel
  • El nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén
  • La presentación de Jesús en el Templo
  • El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo

 

Misterios Dolorosos (martes y viernes)

  • La oración en el Huerto
  • La flagelación de Jesús atado a la columna
  • La coronación de espinas
  • Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario
  • La crucifixión y muerte de Jesús

 

Misterios Gloriosos (miércoles y domingo)

  • La Resurrección del Hijo de Dios
  • La Ascensión del Señor al cielo
  • La venida del Espíritu Santo
  • La Asunción de María al cielo
  • La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado

 Misterios Luminosos (jueves)

  • El Bautismo en el Jordán
  • Las bodas de Caná
  • El anuncio del Reino de Dios
  • La Transfiguración
  • La instauración de la Eucaristía
Al terminar los cinco misterios, se reza: Dios te salve María, Hija de Dios Padre, llena eres de gracia… Dios te salve María, Madre de Dios Hijo, llena eres de gracia… Dios te salve María, Esposa de Dios Espíritu Santo, llena eres de gracia…

Salmo 8

  • ¡Oh Señor, nuestro Dios, qué grande es tu nombre en toda la tierra! Y tu gloria por encima de los cielos.
  • Hasta bocas de niños y lactantes recuerdan tu poder a tus contrarios y confunden a enemigos y rebeldes.
  • Al ver tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has fijado,
  • ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él?
  • ¿Qué es el hijo de Adán para que cuides de él?
  • Un poco inferior a un dios lo hiciste, lo coronaste de gloria y esplendor.
  • Le has hecho que domine las obras de tus manos, tú lo has puesto todo bajo sus pies: ovejas y bueyes por doquier, y también los animales silvestres, aves del cielo y peces del mar, y cuantos surcan las sendas del océano.
  • ¡Oh Señor, Dios nuestro, qué grande es tu Nombre en toda la tierra!

 

Salmo 23 

  • El Señor es mi pastor, nada me puede faltar.
  • Él me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas;
  • me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
  • Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza.
  • Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa.
  • Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.

 

Salmo 27

  • El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Amparo de mi vida es el Señor, ¿ante quién temblaré?
  • Cuando los malvados se lanzan contra mí para comer mi carne, ellos, mis enemigos y contrarios, tropiezan y perecen.
  • Si me sitia un ejército contrario, mi corazón no teme, si una guerra estalla contra mí, aún tendré confianza.
  • Una cosa al Señor, sólo le pido, la cosa que yo busco es habitar la casa del Señor mientras dure mi vida, para gozar de la dulzura del Señor y cuidar de su santuario.
  • Porque él me dará asilo en su cabaña en tiempos de desdicha, me ocultará en el secreto de su tienda, y me alzará sobre la roca.
  • Y ahora mi cabeza se levanta sobre mis enemigos que me cercan. Jubiloso en su carpa ofreceré sacrificios con aclamaciones. Quiero cantar, tocar para el Señor.
  • Señor, oye la voz con que a ti clamo, escucha, por piedad.
  • Mi corazón de ti me habla diciendo: “Procura ver su faz”.
  • Es tu rostro, Señor, lo que yo busco, no me escondas tu cara. Con enojo a tu siervo no rechaces; eres tú mi defensa, ¡no me abandones, no me dejes solo, mi Dios y Salvador!
  • Si me abandonaran mi padre y mi madre, me acogería el Señor.
  • Enséñame, Señor, tus caminos, y guíame por sendero llano.
  • Líbrame del afán de mis contrarios, pues contra mí se levantan falsos testigos que lanzan amenazas.
  • La bondad del Señor espero ver en la tierra de los vivientes.
  • Confía en el Señor, ¡ánimo, arriba! espera en el Señor.”

 

Salmo 35

  • Ataca, Señor, a los que me atacan, combate a los que me combaten.
  • Ponte la armadura, toma el escudo, y te levantas para venir a socorrerme.
  • Blandes la lanza y el hacha contra mis perseguidores, y a mí me dices: “¡Yo soy tu salvación!”
  • Que sean humillados y fracasen los que quieren mi vida, que retrocedan y sean confundidos los que rumian mi desgracia.
  • Que sean como pelusa al viento, acosados por el ángel del Señor.
  • Que su camino sea oscuro y resbaladizo, perseguidos por el ángel del Señor.
  • Sin motivo me tendieron una trampa, y cavaron una fosa para mí.
  • Que sin aviso venga sobre ellos la ruina, que queden atrapados en su trampa y caigan en su fosa.
  • Y mi alma se alegrará en el Señor, muy contenta con su intervención.
  • Todo mi ser exclamará: ” Señor, ¿Quién hay como tú, que libras al débil de la mano del fuerte, y al pobre y al pequeño del que los despoja?”
  • Falsos testigos se levantan en mi contra, me interrogan por cosas que yo ignoro;
  • me devuelven mal por bien, y me miran cómo me debato.
  • Pero yo, cuando se enfermaban, me vestía de saco, ayunaba, hacía penitencia, y no cesaba de rezar por ellos.
  • Caminaba sin rumbo como por un amigo o un hermano, me curvaba de tristeza como quien llora a su madre.
  • Pero en cuanto caí, se alegraron y se juntaron todos contra mí como extranjeros o desconocidos.
  • Sin cesar me desgarran esos hipócritas, burlándose de mí continuamente y rechinando contra mí los dientes.
  • Señor, ¿te quedarás mirando? Rescátame de los leones rugientes, pues no tengo sino una vida.
  • Te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré cuando esté todo el pueblo.
  • Que no se rían los que me odian sin razón, ni se guiñen el ojo, pues no tienen excusas.
  • Esa gente no quiere la paz para los pacíficos del país; siniestros planes han maquinado
  • y hablan abiertamente contra mí: “¡Sí, sí”, dicen, “nosotros lo hemos visto!”
  • Tú, Señor, que lo has visto, no te quedes callado, ¡no te apartes de mí, Señor!
  • Despiértate y levántate, que es tiempo de juzgar. Señor, Dios mío, toma mi defensa.
  • Júzgame, Señor, tú que eres justo, y que no puedan reírse de mí,
  • ni digan: “¡Salió tal como queríamos, al fin lo hemos devorado!”
  • Queden avergonzados y humillados, todos los que se ríen de mi desgracia. Queden cubiertos de infamia y de desprecio los que se alzan contra mí.
  • Ríanse y alégrense los que creen en mis derechos, y que puedan decir siempre: “¡Grande es el Señor, pues supo defender a su servidor!”
  • Yo les diré que tú eres justo, todo el día te alabaré.”

 

Salmo 91

  • El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso.
  • Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío.»
  • Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas,
  • pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio.
  • ¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte!
  • No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día,
  • ni la peste que acecha en las sombras, ni la plaga que destruye a mediodía.
  • Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha, pero a ti no te afectará.
  • No tendrás más que abrir bien los ojos para ver a los impíos recibir su merecido.
  • Ya que has puesto al Señor por tu* refugio, al Altísimo por tu protección,
  • ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar.
  • Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.
  • Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna.
  • Aplastarás al león y a la víbora; ¡hollarás fieras y serpientes!
  • «Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre.
  • Él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia;
  • lo libraré y lo llenaré de honores.
  • Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación».

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